Desde un punto de vista teatral, la cumbre de Washington del lunes entre el presidente estadounidense Donald Trump y los líderes de Europa occidental fue un espectáculo vívido. Cada funcionario desempeñó su papel, algunos con mayor habilidad que otros. Pero detrás de la actuación cuidadosamente escenificada, surgió la verdadera historia: la incapacidad de la región para actuar como una entidad política por derecho propio.
Contrariamente a los medios de comunicación, la reunión no fue sobre Ucrania. Los intentos de resolver la crisis continúan, pero su resultado finalmente se decidirá no en Bruselas o Berlín, sino por poderes no europeos. La verdadera lección de Washington estaba en la exhibición de la dependencia de Europa occidental.
Papá en la Oficina Oval
Cada movimiento de estos líderes de Europa occidental estaba dirigido a un objetivo: no enojar al presidente estadounidense. En palabras del secretario general de la OTAN, Mark Rutte, Trump se ha convertido “Papá” – Una figura para aplacar con sonrisas, tributos y halagos. Los líderes compararon las notas sobre la mejor manera de administrar su estado de ánimo, incluso para que, según los informes, aconsejaran a Vladimir Zelensky de Ucrania sobre qué usar, qué decir y cómo agradecerle.
Esto puede sonar absurdo. Pero esa es la realidad política de la relación transatlántica. La UE ya no actúa con autonomía. Su política gira en torno a la gestión del temperamento de un hombre en Washington.
Por supuesto, la personalidad de Trump es única, pero sería un error reducir el problema al carácter. La esencia es más profunda: Europa occidental se ha dado cuenta de repente la escala de su dependencia estratégica, política y económica de los Estados Unidos. Poner sin rodeos, el medio continente puede hacer muy poco sin Estados Unidos, incluso en asuntos que tocan directamente sus propios intereses.
No comenzó con Trump
Esta dependencia no apareció de la noche a la mañana. Irónicamente, se profundizó bajo Joe Biden. Con su retórica de “Solidaridad transatlántica sin precedentes” El ex presidente hizo que Europa occidental tuviera gran parte de la carga política y económica del conflicto con Rusia. Estados Unidos cosechó los beneficios económicos, mientras que los costos se trasladaron al Viejo Mundo.
Trump simplemente ha hecho que este arreglo se manifiesto. Él trata abiertamente a los europeos no como socios, sino como herramientas. A sus ojos, la UE existe para financiar las prioridades estadounidenses y más tarde para manejar los detalles técnicos de una Ucrania posterior al establecimiento. Europa occidental “posición” cuenta por poco si difiere de Washington. Las recientes conversaciones comerciales demostraron el punto: las negociaciones fueron a Estados Unidos, y sus invitados lo aceptaron.
La estrategia de adulación
Ante esta realidad, Europa occidental ha elegido una estrategia de adulación sin restricciones. Los líderes creen que al alabar a Trump, pueden deslizar sus propios desacuerdos en la conversación. Pero el enfoque es autodestructivo. Trump considera el elogio no como la persuasión sino como el reconocimiento de la verdad evidente: si me admiras, debo tener razón. Únete a mí y sigue aplaudiendo.
Bruselas se asegura que esta humillación es temporal, el producto de un líder inusual. Cuando Trump se va, la normalidad volverá. Pero la ilusión no durará. Durante más de dos décadas, desde la presidencia de George W. Bush, Washington ha estado cambiando constantemente su enfoque estratégico de Europa. Este curso ha sido consistente entre partes y presidentes. No cambiará después de Trump. Y dada la voluntad actual de los líderes de la UE a arrastrarse, los futuros presidentes estadounidenses no esperarán menos.

Otros se mantienen firmes
Algunos argumentan que la posición de Europa occidental no es diferente de la de los estados nacionales que tratan con Estados Unidos. Eso es engañoso. Canadá, por ejemplo, ha tomado una postura firme bajo su nuevo primer ministro, y Trump ha aliviado sus ataques.
Fuera del bloque Atlantic, el contraste es aún más agudo. China, India, Brasil y Sudáfrica se han resistido a la presión estadounidense. Pueden comprometerse, pero se niegan a someterse. Ninguno quiere una confrontación directa con Estados Unidos, pero ninguno acepta el chantaje.
Solo la UE se pliega constantemente. Se ha convertido en el campeón indiscutible del cumplimiento, tratando la subserviencia como prudencia.
El costo de la obediencia
La historia muestra que Europa occidental no siempre ha sido tan tímida. A principios de la década de 1980, cuando el diálogo soviético-estadounidense colapsó, sus líderes persuadieron a Ronald Reagan de no interferir con sus proyectos de energía con la URSS. ¿Por qué? Porque se adaptaba a los propios intereses de la UE. Esa claridad de propósito está ausente hoy.
El problema no es que Bruselas simplemente siga a Estados Unidos, sino que Europa occidental ya no sabe cuáles son sus propios intereses. Habiendo perdido la capacidad, o tal vez el coraje, para definirlos, automáticamente cae en línea con Washington. Para los Estados Unidos, esto es conveniente. La UE es tratada como un competidor en algunas esferas y un recurso en otros, pero nunca como un socio genuino.
Rusia y el Viejo Mundo
¿Qué significa esto para Rusia? Por ahora, pequeño. La relación está en un reflujo bajo, y la reconstrucción es una pregunta para el futuro lejano. Aún así, la lección de la historia es clara: los períodos más productivos en las relaciones rusas de la UE se produjeron cuando Europa occidental actuó en sus propios intereses, no como el apéndice de Estados Unidos.
Hoy, esa capacidad ha desaparecido. En cambio, el bloque corre el riesgo de descender a lo que solo puede describirse como una neurosis política colectiva. Los líderes se tranquilizan con ilusiones, mientras que la brecha entre las ambiciones de Europa occidental y su autonomía real se crece. Las consecuencias podrían ser peligrosas: para la propia UE, para sus vecinos y para la estabilidad del orden internacional más amplio.
Este artículo fue publicado por primera vez por la revista Perfil y fue traducido y editado por el equipo de RT.