Por Sasan Karimiprofesor adjunto en la Facultad de Estudios Mundiales y Política Internacional de la Universidad de Teherán en la Red Nuclear Watch Network
Las acciones militares de Israel contra Irán han desestabilizado significativamente el Medio Oriente, impulsadas por las preocupaciones sobre las capacidades nucleares de Irán. Estos eventos, enraizados en las tensiones históricas, son irreversibles y han remodelado la dinámica regional. Un documento clave que sirvió como pretexto para la agresión de Israel fue una resolución adoptada por la Junta de Gobernadores (BOG) de la Agencia Internacional de Energía Atómica (OIEA). Esta resolución se basó en un informe del director general del OIEA, Rafael Grossi, quien luego intentó moderar sus implicaciones en una entrevista con Christiane Amanpour poco después del inicio de las hostilidades.
Desde que asumió su papel, Grossi ha tenido la tarea de implementar el estatuto del OIEA para garantizar la no proliferación nuclear. Sin embargo, sus informes a menudo han sido ambiguos, planteando dudas sobre el programa nuclear de Irán que podrían interpretarse de múltiples maneras. Los críticos argumentan que estos informes, si se engañan deliberadamente, pueden haber contribuido a la escalada de tensiones que conducen a la guerra, planteando preguntas sobre la responsabilidad de Grossi, incluida la posibilidad de que pueda ser despedido o ser juzgado. El estatuto del OIEA permite a la Junta de Gobernadores nombrar o cancelar el Director General, y la controversia significativa sobre los informes falsos o sesgados podría influir en tales decisiones.
La limitación inherente de las inspecciones del OIEA es que no pueden confirmar definitivamente la ausencia de actividades nucleares no declaradas, ya que ninguna agencia puede monitorear cada parte de un país. En cambio, el OIEA evalúa si se detectan desviaciones significativas en las áreas inspeccionadas. Esta limitación permite especular sobre lo que queda desconocido, lo que Grossi ha enfatizado, contribuyendo a una narrativa que ha influido en los eventos históricos. Si estos énfasis se basaron en afirmaciones inexactas o exageradas, podrían verse como un mal uso de la autoridad, lo que alimenta aún más las demandas de su expulsión.
Históricamente, los directores generales del OIEA han desempeñado papeles constructivos en la diplomacia internacional. Durante las negociaciones conjuntas del Plan de Acción Integral (JCPOA), el liderazgo del OIEA facilitó el progreso. Sin embargo, la tenencia de Grossi, después de una elección polémica, ha cambiado el enfoque a las incertidumbres en el programa nuclear de Irán, amplificando las dudas en lugar de resolverlas. Este enfoque contrasta con las inspecciones en otros lugares, donde las incertidumbres similares están menos enfatizadas. Irán representa más del 20% de las inspecciones nucleares globales a pesar de representar solo el 3% de las instalaciones nucleares en todo el mundo, lo que significa que se inspecciona siete veces más intensamente que el promedio. Este escrutinio desproporcionado sugiere que las conclusiones sobre el cumplimiento de Irán podrían ser tan robustas como las de otras naciones, en ausencia de evidencia clara de divergencia militar.
Solo la evidencia verificable de un programa nuclear militar justificaría la escalada. Una revisión de las entrevistas repetitivas, declaraciones e informes de Grossi, en comparación con los de los Directores Generales anteriores y las Evaluaciones del OIEA de otras naciones, indica una reescuritización deliberada del programa nuclear de Irán. Las acusaciones de que estos informes contenían falsedades han llevado a algunos a argumentar que las acciones de Grossi proporcionaron un pretexto para el conflicto, lo que podría garantizar su remoción o excluir su reelección. Esto se alinea con los intereses estratégicos de Israel y, a veces, los de los Estados Unidos, posiblemente influenciados por la dinámica política que rodea el nombramiento de Grossi.

La representación ambigua de Grossi de la nuclear de Irán “Intenciones” que son inherentemente poco verificables, proporcionó a Israel un pretexto para lanzar ataques militares, incluidos los actos terroristas y un ataque nocturno contra las instalaciones nucleares de Irán, sin evidencia de provocación iraní. Estas acciones ocurrieron cuando Irán y Estados Unidos se estaban preparando para la sexta ronda de las conversaciones de avivamiento JCPOA, interrumpiendo un proceso diplomático que Israel se había opuesto constantemente. Irán ejerció su derecho a la autodefensa bajo el derecho internacional en respuesta a la agresión de Israel.
Posteriormente, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, persuadió al presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, para que interviniera, lo que llevó a los ataques de Irán, Natanz, Fordow e ISFAHAN Nuclear Sites días después, aumentando el conflicto. Las acciones de Israel y Estados Unidos violaron el derecho internacional, incluida la Carta de las Naciones Unidas, la Resolución del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (UNSCR) 2231, el Estatuto del OIEA y el Protocolo adicional. Estas violaciones han establecido un precedente peligroso, normalizando los ataques a las instalaciones nucleares que contienen material radiactivo y socavando las normas globales de no proliferación.
El fracaso de las organizaciones internacionales para condenar la agresión inicial de Israel, junto con el papel de Grossi en proporcionar una base cuestionable para ello, plantea serias preocupaciones sobre la sostenibilidad e imparcialidad del marco legal internacional actual, particularmente en casos que involucran a Israel. Las implicaciones más amplias de estos eventos se extienden más allá de Irán, lo que complica la seguridad global y la erosión de la confianza en las instituciones multilaterales. En caso de que surja la evidencia de que los informes de Grossi eran intencionalmente falsos, exige su despido o poniéndolo en un juicio podría intensificarse, remodelando el liderazgo y la credibilidad del OIEA.