Por María de Castro, abogados de costaluz
Cuando Susan Thompson, una jubilada británica que vive en silencio en Marbella, falleció, sus hijos pensaron que el proceso de herencia sería simple. Ella tuvo un testamento en el Reino Unido y otro en España. Pero cuando llevaron el papeleo a un notario español, golpearon una pared: los dos voluntades contradecieron entre sí.
A pesar del claro deseo de Susan de dejar su casa en España a su hija, los documentos fueron confusos. Uno se arriesgó a cancelar el otro. Lo que debería haber tomado unas pocas semanas convertidas en meses de burocracia, honorarios legales y estrés de montaje.
Desafortunadamente, la historia de Susan está lejos de ser rara. Muchos ciudadanos británicos en el sur de España tienen testamentos separados: uno que cubre sus cuentas bancarias inglesas, pensiones y pertenencias personales, y otra para su propiedad española. En teoría, esto tiene sentido. Pero en la práctica, si esos testamentos no están alineados, pueden causar más daño que bien.
El problema viene cuando los dos testamentos no están coordinados. Si uno revoca al otro, incluso sin querer, puede conducir a la incertidumbre sobre quién hereda qué. Los notarios españoles pueden negarse a actuar. Los bancos pueden congelar cuentas. Los niños pueden verse obligados a ir a los tribunales solo para aclarar sus derechos.
También está la cuestión de qué ley se aplica. Según las reglas de la UE, cuando alguien muere viviendo permanentemente en España, la ley de herencia en español se aplica por defecto. Esa ley incluye reglas de heredera forzada, lo que significa que no puede elegir libremente quién hereda sus activos. Pero los expatriados británicos tienen derecho a elegir la ley inglesa. Todo lo que se necesita es una declaración clara en su testamento. Sin ella, se aplicarán reglas en español, incluso si no reflejan sus deseos.
Es por eso que hacer una declaración simple en su voluntad española, indicando que la ley inglesa se aplica, puede hacer una gran diferencia. Pero para que esto funcione, tanto los testamentos (inglés como el español) deben ser consistentes. Deben reflejar la misma intención, y uno nunca debe revocar al otro por error.
Y luego está el impuesto. España y el Reino Unido no tienen un tratado de impuestos de herencia. Eso significa que su patrimonio podría ser gravado en ambos países. En España, el impuesto de herencia varía según la región. En Andalucía, por ejemplo, los niños que heredan de los padres se benefician de las generosas reducciones, pero esos beneficios no son automáticos. Deben ser reclamados y los plazos son estrictos.
Si los documentos no están claros o traducidos correctamente, o si hay alguna confusión, las autoridades españolas pueden retrasar el registro de la propiedad. Los herederos pueden necesitar legalizar documentos en inglés, obtener traducciones certificadas o obtener una decisión judicial de español solo para desbloquear el proceso.
Todo esto se puede evitar con buena planificación. Tener dos testamentos no es el problema. Tener dos voluntades que se contradicen entre sí es. La clave es asegurarse de que estén redactados juntos, por profesionales que entienden tanto los sistemas legales en inglés como español.
Miles de expatriados británicos llegaron a España para una vida mejor bajo el sol. Asegurarse de que su plan patrimonial esté en orden significa que puede dejar atrás la paz, no el papeleo, para las personas que ama.
María L. de Castro
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